LOS RADICALES PERMANECEMOS FIRMES
Santa Fe, 3 de febrero de 2008
En El Clarín de hoy, se anuncia una operación política importante y sorpresiva. El ex presidente Kirchenr, próximo presidente del Partido Justicialista, ha celebrado un acuerdo con Roberto Lavagna para incorporarlo a su esquema político.
Para quienes pensamos que la institucionalización de los partidos políticos a escala nacional es positiva para la democracia, la regularización del justicialismo es un hecho normal. La absorción de Lavagna, en cambio, es una manifestación de la hegemonía política con la que Kirchner ejerce el poder.
Acerca del comportamiento de Lavagna, él mismo sostiene que su coherencia debiera evaluarse con el correr del tiempo. Eso haremos, aunque su veloz viraje desde una candidatura presidencial alternativa hacia la cúpula oficialista constituye una maniobra que le cuesta explicar y no le será fácil justificar.
Los votantes de Lavagna, en su gran mayoría, 9 sobre diez, permanecemos firmes en los motivos y propuestas que nos unieron a favor del país y contra el continuismo matrimonial. Nuestra independencia de criterio y acción política frente al gobierno de Cristina Fernández se mantiene incólume para fiscalizar y controlar,
sin concesiones.
La Unión Cívica Radical es un partido de principios, tal como lo expone su trayectoria histórica y su programa de gobierno, el mismo con que en 2007 obtuvimos con Lavagna-Morales el 17 % de los votos.
Nuestros caminos se bifurcan. Aceptamos el desafío de fortalecer los partidos políticos, empezando por el nuestro.
Esto implica respeto mutuo, que exigimos y ofrecemos. Pero también una lucha ineludible para expresar todo lo que nos identifica, mucho de lo cual nos separa del gobierno. Una parte esencial de ese esfuerzo será el diálogo con partidos políticos afines y compatibles en pos de la construcción paciente de una alternativa sólida, articulada y
persistente.
La Argentina necesita equilibrio institucional y alternancia política, como en la provincia de Santa Fe, por ejemplo. El oficialismo emplea técnicas casi siempre groseras y a veces refinadas para desbaratar la formación de una opción progresista y para promover variantes recalcitrantes, conservadoras o sólo testimoniales a las que pueda fácilmente neutralizar.
Una oposición responsable, categórica, amplia, inspirada en la democracia social es inexcusable para liberar las mejores energías política del país del cepo en que pretenden atraparlas.
Para quienes pensamos que la institucionalización de los partidos políticos a escala nacional es positiva para la democracia, la regularización del justicialismo es un hecho normal. La absorción de Lavagna, en cambio, es una manifestación de la hegemonía política con la que Kirchner ejerce el poder.
Acerca del comportamiento de Lavagna, él mismo sostiene que su coherencia debiera evaluarse con el correr del tiempo. Eso haremos, aunque su veloz viraje desde una candidatura presidencial alternativa hacia la cúpula oficialista constituye una maniobra que le cuesta explicar y no le será fácil justificar.
Los votantes de Lavagna, en su gran mayoría, 9 sobre diez, permanecemos firmes en los motivos y propuestas que nos unieron a favor del país y contra el continuismo matrimonial. Nuestra independencia de criterio y acción política frente al gobierno de Cristina Fernández se mantiene incólume para fiscalizar y controlar,
sin concesiones.
La Unión Cívica Radical es un partido de principios, tal como lo expone su trayectoria histórica y su programa de gobierno, el mismo con que en 2007 obtuvimos con Lavagna-Morales el 17 % de los votos.
Nuestros caminos se bifurcan. Aceptamos el desafío de fortalecer los partidos políticos, empezando por el nuestro.
Esto implica respeto mutuo, que exigimos y ofrecemos. Pero también una lucha ineludible para expresar todo lo que nos identifica, mucho de lo cual nos separa del gobierno. Una parte esencial de ese esfuerzo será el diálogo con partidos políticos afines y compatibles en pos de la construcción paciente de una alternativa sólida, articulada y
persistente.
La Argentina necesita equilibrio institucional y alternancia política, como en la provincia de Santa Fe, por ejemplo. El oficialismo emplea técnicas casi siempre groseras y a veces refinadas para desbaratar la formación de una opción progresista y para promover variantes recalcitrantes, conservadoras o sólo testimoniales a las que pueda fácilmente neutralizar.
Una oposición responsable, categórica, amplia, inspirada en la democracia social es inexcusable para liberar las mejores energías política del país del cepo en que pretenden atraparlas.
Adolfo Stubrin
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